En los patios de Córdoba se pierden notas de una melodía que nadie ha tocado. Y suenan desde el agua que se adentra en los secretos de esta ciudad de sabios. Desde todos los rincones. Lentamente, sinuosas y sugerentes, como la sombra fresca, como la hospitalidad innata. Esas notas que se mezclan con el alma y laten con más fuerza en la distancia.